Durante el descanso de una jornada de siega, un trabajador portugués estaba colgándose de las ramas de un árbol para divertir a la gente, cuando en un momento desafortunado se soltó de las ramas dando con las costillas en el suelo. Mi abuelo le preguntó si se había hecho daño, a lo que el portugués respondió: ¡¡¡Me cago en La Luna!!!.

viernes, 26 de diciembre de 2008

LOS MISTERIOS DE VICTOR SANCIPRIAN III (El Espíritu Navideño).

Ya estamos metidos de lleno en las fechas más mágicas del año (si no contamos la apertura del año fiscal) y el mundo se llena del llamado Espíritu Navideño. Pero, ¿qué es este ente que provoca que agarrados ancianos con chistera ablanden su corazón y le den un penique a huérfanos con tos y gorras remendadas?. Como no podía ser de otro modo, nuestro más apreciado colaborador, JJ Benítez, nos trae algunas respuestas en un apasionante reportaje.

JJ celebrando la nochevieja con los colegas.

La historia del Espíritu Navideño comienza en 1653 en un pueblo de la Italia boreal llamado Coglioncilli. Allí, la familia Navidegnio llevaba décadas exportando pinos nevados para usar como árboles de navidad en todo el mundo. Pero aconteció que ese año, en el día de Nochebuena, una banda de motoristas atacó la plantación de los Navidegnio, vertiendo gasoil en cada árbol y prendiéndoles fuego. Se perdieron más del 80% y se derritió más del 95% de la nieve. El negocio estaba perdido.

Motocicleta del siglo XVII en un yacimiento de la costa Italiana.

La mayoría de los miembros de la familia y algún empleado consiguieron trabajo en la industria del mazapán, pero esto no era suficiente para Giusseppe, el más joven de la familia, que pronto montó en su mula para buscar venganza.
Giusseppe encontró a los motoristas en una famosa cantina de carretera de la época, pero cuando se disponía a acabar con la vida de uno ellos, el líder de la banda le golpeó por la espalda con un bastón de navidad, provocándole una contusión que en unos minutos acabó con su vida.

El bastón navideño fue un arma muy común desde el siglo X al XVII aprox.

Se dice que desde entonces, el espíritu de Giusseppe, viendo que la venganza es un error, vuelve cada navidad para llenar los corazones de la gente con amor y bondad, para que así su desgracia no se pueda repetir. En un principio se le llamó el Espíritu de Navidegnio, para a lo largo de los años derivar en el actual "Espíritu Navideño" o como lo llaman en Francia: "L'Spiritû de l'Amour®".
Yo mismo he ido varias veces al lugar donde hace más de 300 años estos despiadados motoristas acabaron con la vida de Giusseppe, y me he encontrado con no pocas sorpresas. En el lugar que antaño se levantaba la cantina, existe hoy en día una fábrica de calcetines. Calcetines y el Espíritu Navideño, esto no podía ser una coincidencia.
Los amables dueños de la fábrica me permitieron fotografiar varias muestras de sus calcetines y me encontré algo que me dejó el culo hecho Pepsicola:
Esto es una foto normal de los calcetines, nada extraño ¿cierto?, pero observen la siguiente imagen tomada a los mismos calcetines con una cámara ectoplasmática:


Efectivamente, se observan altos índices navideños por todos los calcetines. Pero esto no ocurre sólo en ese lugar. Aunque en menor medida, he conseguido otras imágenes parecidas a lo largo del globo, como la siguiente, tomada en Utterbratten, Alemania.

Pino fotografiado con una cámara normal y a continuación con una ectoplasmática.

¿Realmente esta explosión de bellos adornos y buenos sentimientos se debe al espíritu de un italiano asesinado por motoristas del siglo XVII?. Resulta difícil de creer, sobre todo habiendo explicaciones más sencillas. La que yo propongo es la más válida y convincente: todo apunta a que es algo que provocan los extraterrestres, porque como llevo demostrando años en mis investigaciones, el ser humano no sabe ni hacer la o con un canuto.

Desde aquí agradecemos a JJ una vez más su colaboración y deseamos a todos nuestros lectores (los cinco) que el Espíritu Navideño les posea y que a ser posible les dure todo el año, aunque eso ya no depende del bueno de Giusseppe me temo.

domingo, 21 de diciembre de 2008

JCVD


No, esas siglas no son las de la conocida marca de cintas VHS que usábais para grabar la película del Plus el viernes a las 22:00 y que "sin daros cuenta" se quedaba grabando "cosas" que ponían más entrada la madrugada.
JCVD son las siglas de uno de los ídolos de este blog: Jean Claude Van Damme. (Podéis encontrar mi absurdo análisis de Bloodsport en tres partes aquí, aquí y aquí).
Pero JCVD también es el nombre de la última y por ahora mejor película del belga.
La historia es una especie de biopic ficticio, en la que nos cuentan en forma de tragicomedia, cómo el amigo Vandurrias se ve desesperado ante la pérdida de la custodia de su hija. A través de la historia se nos muestra el Van Damme humano, un Van Damme en el mundo real, en el que una patada de kárate no te convierte en un héroe, pero ser famoso te convierte en culpable.
A parte de que me ha encantado la historia (es ya sin duda una de mis tres películas favoritas de este año junto a Dark Knight y 3:10 to Yuma), lo que de verdad me ha llamado la atención es la MAGISTRAL, sí, sí, con mayúsculas, MAGISTRAL interpretación de Van Damme. Que no, que no lo digo con ironía. El tio se calza un soliloquio, aparte de otros grandes momentos, digno de nominación al Oscar, de hecho, hay muchas actuaciones premiadas y sobre todo nominadas que están por debajo de esta. Claro, podemos pensar que es muy fácil, porque se interpreta a sí mismo y habla de algunas cosas que le han pasado de verdad, pero ¿sería cualquiera capaz de hacerlo igual delante de las cámaras?. Me juego lo que sea a que con Steven Seagal no habría sido lo mismo.
Yo me he quedado plenamente convencido de que si se le diese la oportunidad fuera de la acción y del mercado del DVD, podría hacer algo, si no grande, por lo menos decente. Yo si fuese director le daría la oportunidad. Quién sabe, quizá Quentin "Resucitamuertos" Tarantino se atreva.


Vedla en versión original por Dios y por La Virgen.

En definitiva, que si podéis, vedla, porque tiene risas, tiene llantos y tiene la emoción que sólo dan las buenas películas.